Nunca se sabrá bien quién (es) son el o los autores, pero si se sabe que escribir y garabatear en la pared tiene un significado. Colores, distintas tipografías, formas, texturas, frases que shockean en un primer momento...son algunas de las características de la sobras literarias plasmadas en las paredes.
La leyenda cuenta que el arte de graffitear surge en los años sesenta en los barrios menos caretas de New York. Al comienzo, mas de uno se quedó con la boca abierta con esta tan novedosa de plasmar expresividad. De a poco, los jóvenes empezaron a coparse con este callejero escribir y lo que tenían para decir a través de él no era poco, el contexto histórico mundial daba cuerda para rato: movimientos hippies, revolución sexual, la primavera praga, el mayo francés son sólo algunos de los grandes acontecimientos que motivaron la crítica del aerosol.
Las temáticas son variadas: la declaración de amor es una de la más estereotipada, las que refuerzan amistades y juntas, las puteadas son otra variante que nunca de sorprender y hacerte reír, las críticas al sistema, a los políticos, a los rivales (hinchas de fútbol, cumbieros- rockeros) y siempre están las que demuestran estupidez: las xenofóbicas, homofóbicas, denigrantes, etc.
El graffiti tan popular ahora, en algún momento casi fue aplastado. Vecinos canutos, policía represora, vendedores ortivas, leyes que sancionaban la venta de aerosoles fueron parte de las tecnologías biopolíticas, que como siempre buscan censurar la esencia.
Aún asi, este gran protagonista y testigo de la historia se encuentra con nosotros. Se trata de un forma de expresión que fue adoptada por diferentes grupos culturales y que en algún momento fueron marginales: hip-hoperos, punkies, cumbieros, militantes... todos (que casualmente) tenían algo para decir.